Por Marcelo Molina.
“Yo me aproximo a la música como lo hace
una cascarita de nuez a la orilla de un océano interminable. Con ella
me expreso y siento que sólo soy un parlante. La música es algo que está
por encima de nuestra capacidad. Y es mucha más la que existe que la
que podemos tocar. Es decir, existe tanto la música del ser como la
música del universo y las páginas de música que hemos creado con nuestro
intelecto. Para mí todo está unido” (Luis Alberto Spinetta)
Este genial músico argentino, apodado
cariñosamente como “El Flaco”, nos regala esta frase que nos permite
reflexionar y entrar en contacto con un mundo tan vasto como
interesante, el mundo de la interioridad, el mundo de las maravillosas
interrelaciones entre el ser, el universo y lo que cada uno puede
producir desde esa interacción, en su caso específico, su inmortal
producción musical.
En cierto sentido, todos nosotros
tenemos la misma posibilidad de tomar contacto con nuestro ser, el
universo, y lo que de esa interacción pueda surgir, será nuestra
producción, nuestra huella en el mundo, nuestra herencia para el futuro o
nuestro legado para quienes lo quieran asumir como tal.
Te propongo hacer un pequeño ejercicio
utilizando la frase inicial, leyéndola nuevamente, pero esta vez,
cambiando la palabra “música” por “energía vital” …
¿Qué es lo que aparece…?
¿Con qué pensamiento estas resonando ahora…?
¿Qué nuevos enfoques se abren desde esta perspectiva…?
¿Con qué pensamiento estas resonando ahora…?
¿Qué nuevos enfoques se abren desde esta perspectiva…?
¿Será que cada uno de los seres humanos
sobre esta tierra somos instrumentos que pertenecemos a una gran
orquesta universal, que tiene el propósito de dar a luz juntos una
perfecta sinfonía que inunde todos los espacios con una gran obra
maestra musical?
Y si así fuera, creo que sería
pertinente tomar responsabilidad por la porción de la partitura que –ese
instrumento que soy– debe tocar, para generar un alineamiento con la
armonía, la melodía y el ritmo que el universo ha planteado, pero a la
manera e interpretación en que solo yo puedo tocar….
El sonido se produce cuando un cuerpo
vibra y produce un movimiento que modifica la presión y se transmite por
el aire. Y cuando el cuerpo está en reposo, se produce el silencio. La
combinación de sonido y silencio produce la música, cuya variación puede
ser infinita, debido a las múltiples composiciones de duración,
intensidad y timbre…
Del mismo modo, el maravilloso
instrumento que somos –metafóricamente— puede producir un tipo de sonido
único, especial, irreproducible, y al mismo tiempo, totalmente
necesario para ensamblarse con el conjunto de los sonidos de los otros
instrumentos –el resto de la humanidad— en orden a fundirse en el
misterio y la magia de una experiencia que no somos totalmente capaces
de comprender, pero a la que irremediablemente estamos invitados a
participar: nuestra existencia compartida… la vida.
Al igual que los instrumentos musicales,
que necesitan de cierta “afinación” cuando no están en su punto óptimo,
los seres humanos también podemos revisar nuestro propio y particular
sonido –nuestras acciones— para contrastarlas con un estándar de
afinación –la ética— que nos permita alienar nuestro sonido con el resto
de los instrumentos, de manera de conformar una música armónica
–convivencia en cooperación pacífica–…
Cuando el “sonido” que producimos, no va
en línea con nuestra misión personal, pueden suceder dos tipos de
situaciones: o el sonido que producimos es “ruido” (pareciera que
estamos a contramano del mundo, desencajados, todo nos sale mal, nos
sentimos abatidos y aturdidos), o tocamos el sonido de otro, queriéndolo
imitar (sin ganas de vivir, rutinarios, sufriendo por intentar ser
alguien que no somos…)
Si nos encontráramos en alguna de estas
situaciones, y tomáramos conciencia de ello, estaríamos en el mejor
lugar y en el momento más apropiado para elegir una transformación vital
que nos permita tocar nuestro propio sonido, nuestra propia música! La
edad, la situación económico-social, el país de residencia, los recursos
con los que actualmente se cuenta, la situación externa en la que
vivimos, nada tiene que ver ni son obstáculos para enfrentar el desafío
que supone hacernos responsables de nuestra propia vida, de nuestro
propio futuro, de nuestro destino. Solo es cuestión de proponérnoslo y
tomar acción de inmediato!
“Todos tenemos un poder y una capacidad inconmensurables para reinventar nuestra vida” ~Stephen Covey
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