Por Merce Roura
Algún día descubriremos la forma de
curarlo todo… Tras mucho investigar y dar vueltas… Después de soportar
grandes conflictos y pelearnos por patentes y fórmulas…Después de perder
la mayor parte del tiempo y del camino discutiendo quién se cuelga la
medalla… Y ese día nos quedaremos perplejos al darnos cuenta de que el
antídoto para nuestros males y dolores ha estado ahí siempre, ante
nuestros ojos, y hemos sido incapaces de verlo.
Por nuestra manía de no ver lo obvio y
despreciar lo sencillo. Por el hábito de no valorar lo pequeño y dar por
hecho que todo es nuestro sin agradecerlo.
Por nuestra insistencia en no
comunicarnos y ahorrar palabras y eludir emociones, dejarlas encerradas
en la memoria y sacarlas solo para retorcernos de dolor y angustia. En
nuestro afán por no demostrar y negar, por prohibir y callar, por
reprimir cualquier gesto que parece que nos haga débiles, por el terror
inconfesable que tenemos a sentirnos vulnerables… Cuando en realidad nos
hace humanos, elásticos, asequibles… Nos convierte en seres amables
capaces de sentir y decidir desde el corazón. Porque cada vez que
demostramos lo que sentimos, somos más fuertes e inquebrantables.
Cuando nos digan que la vacuna contra
nuestras penalidades eran las palabras que no hemos dicho y las lágrimas
que no hemos llorado… Cuando nos muestren lo mucho que calma y cura un
abrazo y un decir “lo siento” y admitir errores y aprender de ellos. Lo
mucho que descarga una charla entre amigos y la placidez que se siente
dejando de controlar al mundo para que no te arañe. Cuando nos cuenten
que la medicina que necesitábamos era perdonar y perdonarnos…
Cuando nos digan que cada vez que
pisoteábamos a otros era como si nos lo hiciéramos a nosotros mismos
porque estamos fabricados de la misma substancia y todo lo que afecta a
unos afecta a otros…
Cuando nos cuenten que cada injusticia
que hemos cometido se nos ha enquistado en una parte del cuerpo y nos
quema por dentro como si fuera propia, que algunos la llevan cargada en
la espalda y les pesa y otros la acumulan en el pecho y les acelera el
corazón… Cuando sepamos que mirar a otro lado no borra lo que pasa, sino
que lo hace más terrible…
Cuando admitamos que sólo nos hacía
falta un poco de empatía y compasión para con otros y con nosotros
mismos, que sólo necesitábamos escuchar y no pasar de largo ante el
dolor ajeno. Cuando seamos capaces de decirnos a nosotros mismos que
tenemos tanto miedo que a veces huimos y otras atacamos para poder
soportar la angustia que nos supone sentir y no controlar lo que
sentimos…
Cuando advirtamos que nos cubrimos de
excusas para no hacer y luego nos dedicamos a culparnos y culpar a otros
de nuestras “no decisiones” y del dolor que soportamos por ser
incapaces de asumir responsabilidades…
Cuando sepamos que lo único que debíamos hacer era respetarnos y amarnos. Aceptarnos y aceptar a los demás tal y como son.
Ayudarnos a superar las cuestas más duras para ser más grandes…
Hacer el camino acompañados y contemplar cada detalle como si fuera único, como si fuera aún más efímero, como si fuera mágico.
Cuando descubramos que sólo hacía falta dar las gracias por todo lo que tenemos y soñar con cambiar lo que no era justo…
Cuando nos demos cuenta de que el
remedio estaba dentro de cada uno de nosotros y sólo necesitábamos
creérnoslo y compartirlo… Confiar que sabríamos cómo hacerlo si éramos
sinceros y humildes, si lo deseábamos tanto que no nos conformaríamos
con menos y obraríamos milagros.
Algún día descubriremos que lo grande subyace en lo pequeño.
Que lo más difícil vive en lo sencillo, en lo básico.
Que la felicidad es salud y la salud es felicidad.
Que la belleza es el amor que damos.
Que, a veces, lo que más importa desaparece cuando dejas de apreciarlo y hay que cazarlo al vuelo.
Que la respuesta está en nosotros. Ha estado siempre esperando a ser rescatada de entre la maraña de egos y miedos absurdos.
Algún día descubriremos que sólo
debíamos fluir y hemos pasado siglos contenidos, estancados, asustados,
avergonzados de ser nosotros mismos… Que lo sencillo era la respuesta…
Algún día sabremos que el antídoto eran las palabras y que hemos pasado mil años sin aprender a usarlas…
Algún día… Quizás no está lejano.
Fuente: https://mercerou.wordpress.com/2016/05/20/el-antidoto/
No hay comentarios:
Publicar un comentario